martes, 15 de marzo de 2011

Mui: Los torreznos de los modernos

Una de las grandes novedades que nos ha traído este 2011 ha sido la apertura del bar de tapas de la Tasquita de enfrente. Mucho se ha hablado desde su apertura de ese “moderno bar de siempre” como bien lo calificaban en el Blog salsa de chiles  

Ya he comentado en posts anteriores que, en mi opinión, la fama de ciudad de tapas/raciones de Madrid es exagerada, al menos en cuanto a la calidad. Así que la apertura del nuevo local y los favorables comentarios me animaron a seguir con la permanente búsqueda. Aprovechando la breve visita a Madrid de dos grandes amigos que partían al exilio gastronómico finlandés (duro exilio!!!!) nos decidimos a hacerle una visita y allí que nos fuimos en comandita.

MUI – Ballesta, 4

El Mui nace como una extensión de la Tasquita de Enfrente, restaurante muy conocido y donde mis huesos deben recaer antes de dejar la villa y corte. La tasquita tiene por gala unas materias primas exquisitas y una excelente técnica de su propietario y chef Juanjo López Bedmar. De ser directivo de una empresa aseguradora paso a retomar el bar que en tiempos fue de su padre y en unos años convertirlo en referencia. Un tio muy tio.

Situado en el patio trasero de la gran via, donde las jeringuillas y las princesas, nos sorprende un edificio reformado y con una atractiva fachada. El local me gustó, bonito diseño. En su parte inicial una barra de ostras y salmón, luego otra barra donde se preparan los fiambres y al fondo mesas y una barra con showcooking. Algunos peros, taburetes demasiado altos, luz algo blanquecina (aunque a mí no me molesto), paredes blancas cubiertas de pintarrajeadas al gusto del autor, conviven desde firmas de Ricardo Sanz (Kabuki), bonitos dibujos, garabatos y tontadas varias. Me parece más bien una fácil concesión al rollo cool, aunque imagino que la intención era darle un aspecto desenfadado al local, no me convenció. Cuestión de gustos.

Que tomamos…

Ostras… pufff, no es de mis cosas preferidas, además eran megaostras...

Patatas bravas, no se habla de otra cosa últimamente que de las patatas bravas del Mui, las mejores de la ciudad se dicen. Me gustaron, patatas de buena calidad con su piel. Salsa diferente a años luz de la mayonesa, kétchup, tabasco. Un agradable toque picante que surge en la parte final. Muy buenas. Los sibaritas de la ciudad de la Z, lo dejaron en buenas…
¿Las mejores de la ciudad?


Oreja a la plancha, los chavales venían con hambre… otra cosa que no es de mis favoritas me sorprendió que su textura fuera mucho menos cartilaginosa que otras que había probado, lo cual es precisamente lo que en esas ocasiones no me gustaba. Como sabor, los expertos de la oreja que me acompañaban no se mostraron muy impactados. Correctas.
Orejica y torreznos

 Torreznos, sabía que está les iba a molar a los colegas. Los tradicionales torreznos, buena calidad y con el detalle de un yema de huevo salpimentada donde mojar. De esta forma se le da melosidad y se reduce la sensación de grasa. Hubo quórum: buenos, aunque se comentó que un toque más crujiente no les hubiera ido mal.


Ya felices y satisfechos y por el mero hecho de pecar de gula nos pedimos unas croquetas. Un acierto sin duda. Sabrosísimas!!! Me voy a mojar… las mejores croquetas de jamón que he probado. La masa es muy cremosa, aunque al sector más ortodoxo del tapeo zaragozano esto no le acabo de convencer. En mi opinión, resulta agradable y dar un toque diferente dentro de la tradicionalidad de la croqueta. Como diría Adrià, si quien hizo por primera vez una croqueta hubiera escrito la receta y puesto la fecha al lado, ahora seguramente nos sorprenderíamos.
Volveré a repetir

Para terminar, el camarero (muy amable) nos puso una pequeña muestra de la mortadela italiana. Aquí si que incluso los más irreductibles sibaritas tuvieron que aceptar que era una auténtica delicia, “la mejor mortadela que he probado en mi vida” se escuchó. Todos los fiambres son italianos, a 14 euros el plato, pero de altísima calidad. Se cortan con una cortadora de fiambres clásica que es totalmente mecánica, muy visual.

Y de lo malo??? Pues 43,80 euros para tres. Todos los platos estuvieron bien, raciones tradicionales, de calidad y con ciertos pequeños detalles. Cenamos bien, con dos copas de cerveza por cabeza, en un sitio cuidado, toque diferente, servicio amable... me parece un buen precio.

Tras esto, fuimos a por el postre y  luego a tomar unos digestivos por Malasaña. Como diría Sabina: "ya sabéis, risas, copas y excesos." Una noche redonda.



CARTA:


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